¿Ya hace algunos días que notas que tu cabeza no puede parar? ¿Te despiertas en medio de la noche pensando en tu mayor preocupación? ¿Notas dolor de cabeza, escozor en la piel o que las digestiones no son como antes? Todo esto pueden ser síntomas del estrés en tu cuerpo.
Más allá de la salud mental, el estrés también puede tener síntomas físicos muy claros, que debemos entender y tratar para que a largo plazo no nos pase factura.
Cuando sentimos estrés, nuestro cuerpo desencadena muchas respuestas biológicas complejas. El sistema nervioso simpático se activa, liberando hormonas como el cortisol y la adrenalina, que todavía nos generan una sensación de más agobio. Quizás en tu caso empezaste a sentir hace unas semanas un malestar en el cuerpo, que ha terminado afectando a tu rutina diaria y acentuando el estrés.
Sea cual sea el desencadenante, hay algo que está claro: tanto la parte física, como la parte mental de nuestro cuerpo, van al compás. Y si aceleramos demasiado el ritmo, en algún momento nuestra salud física también se va a ver afectada.
A largo plazo, el estrés crónico puede pasarte factura en tu salud. Si notas que ya hace un tiempo que vas a mil por hora, todavía estás a tiempo de parar y poner en práctica algunos hábitos que te ayudarán a disminuir esta sensación y recuperar el equilibrio hormonal de tu cuerpo.
Con este artículo, me gustaría que tomaras realmente consciencia de cómo el estrés está afectando a tu salud, para que le pongas pronto una solución y vuelvas a recuperar tu serenidad.
Hoy te explicaré cómo el estrés afecta a tu biología y qué hábitos y prácticas puede empezar a aplicar para combatirlo.
Contenido del artículo
Cuáles son los síntomas del estrés en el cuerpo: así funciona a nivel biológico
Seguro que has escuchado un montón de veces la expresión “luchar o huir”, que hace referencia a las dos respuestas instintivas al enfrentarnos a una situación de peligro. Estas respuestas son parte de nuestro sistema de supervivencia y se remontan a nuestros antepasados primitivos.
RECUERDA
Nuestra mente y nuestro cuerpo están conectados al cien por cien. Ese pensamiento que te genera estrés, pone a tu cuerpo en alerta.
El problema es cuando este mecanismo se sigue activando a pesar de que en nuestro día a día ya no haya peligros vitales cerca. Las cargas laborales, las responsabilidades familiares o una situación conflictiva, también nos ponen en alerta y terminan afectando a la biología de nuestro cuerpo. Pero, ¿cómo reacciona nuestro cuerpo exactamente?
Estrés a nivel hormonal, ¿cómo afectan a nuestro cuerpo?
Hoy quiero destacar cuatro de las hormonas que se relacionan directamente con el estrés: el cortisol, las endorfinas, la adrenalina y la prolactina.
A pesar de que hay muchas más hormonas, me gustaría centrarme en estas porque tienen un efecto directo con tu estado de ánimo. De hecho, cada una aparece en una etapa distinta del estrés y tiene efectos directos en nuestras emociones y comportamientos.
Por ejemplo, cuando se activa nuestro sistema de alerta, también se ponen en marcha las catecolaminas, las substancias mensajeras químicas que activan nuestro cuerpo y mente.
Las principales catecolaminas son la adrenalina y noradrenalina y son las responsables de la resistencia física y a nivel psíquico del estado de alerta mental. Además, también es responsable de incrementar la presión arterial, la frecuencia cardíaca, la frecuencia respiratoria y estimular la circulación sanguínea en nuestros músculos.
Para resistir todo este estrés, el cortisol aparece en escena. Esta hormona activa y estimula nuestra capacidad de respuesta ante situaciones desafiantes y juega un papel importante en la bioquímica metabólica para proporcionarnos más energía.
Sin embargo, llega un momento en el que nuestro cuerpo se agota y cae el cortisol. Es entonces cuando nos sentimos cansados y agotados, tanto a nivel mental, como físico. Si sientes estrés de manera continua, es muy normal que tengas algunos de estos síntomas:
- Notas que tu mente está ausente.
- Tienes dificultades para concentrarte.
- Tu líbido baja y dejas de tener interés por las relaciones sexuales.
- Tienes malas digestiones y a menudo tienes diarrea.
- Se acentúan algunas irritaciones cutáneas.
- E incluso puede que tengas pérdidas de memoria, entre muchos otros síntomas.
Llegados a este punto, el cuerpo no puede resistirlo más. Es la sensación que experimentas cuando piensas “estoy a punto de mandarlo todo a tomar viento”, “siento que el mundo se me viene encima” o, sencillamente, “estoy cansado de vivir así”.
Además, la aparición o desaparición de otras hormonas también afectan a nuestras emociones y, por supuesto, a nuestra manera de actuar. ¿No te ha pasado alguna vez que has actuado de alguna manera que incluso te sorprendió a ti mismo?
Todas estas reacciones químicas internas afectan a nuestro comportamiento. Por ejemplo, cuando cae la dopamina, lo más normal es que tengas menos capacidad de tomar decisiones. O al aumentar la prolactina, lo más normal es sentirte triste.
Enfermedades y causas biológicas que pueden aumentar tu estrés
Hay muchas otras causas biológicas que pueden acentuar tu estrés, como por ejemplo:
- La falta o mala absorción de vitamina B, magnesio, selenio, hierro y vitamina C puede afectar la salud debido a la carencia de estos nutrientes esenciales.
- La disbiosis intestinal, un desequilibrio en la microbiota intestinal, puede afectar la digestión, absorción de nutrientes y sistema inmunitario.
- Alteraciones en la tiroides, como hipotiroidismo o hipertiroidismo, pueden impactar el metabolismo y el funcionamiento del cuerpo.
- Las enfermedades autoinmunes ocurren cuando el sistema inmunológico ataca el propio cuerpo, afectando diferentes sistemas y órganos.
- Las enfermedades metabólicas, como la diabetes tipo 2 o el síndrome metabólico, implican trastornos en el metabolismo de carbohidratos, lípidos y proteínas.
- La ansiedad y la depresión son trastornos mentales que afectan el bienestar emocional y físico, y pueden estar influenciados por desequilibrios nutricionales y disfunciones metabólicas.
Ya lo ves: nuestro cuerpo es pura química. Por suerte, tenemos las herramientas para entenderlo y proporcionarle todo lo que necesita para que nuestras hormonas se regulen y podamos volver a vivir con paz y serenidad. Si tenemos la solución para que el estrés no pase factura a tu cuerpo, ahora solo falta que tú pases a la acción.
Cómo combatir el estrés: hábitos para cuidarnos y volver a ser nosotros mismos
Y ahora viene la gran pregunta: ¿cómo podemos superar el estrés? Pues en la mayoría de ocasiones, la clave para recuperar la calma consiste en cuidar nuestros hábitos.
De hecho, si sientes estrés, tu cuerpo te está pidiendo a gritos que le escuches con atención para proporcionarle lo que necesita. Y podemos escucharlo a través de un análisis de sangre, con un test genético o analizando tu inteligencia emocional.
Cada persona es distinta y tendrá sus necesidades específicas. Quizás el malestar que acentúa tu estrés es porque a nivel de micronutrientes te faltan algunas vitaminas, y la solución es tan fácil como revisar cuál es tu alimentación.
Pero hay un factor clave, cuidar tus hábitos. De hecho, los principales hábitos que deberías cuidar, aunque tengas una alta carga de responsabilidad, son solo tres: el deporte, la nutrición y el descanso.
E insisto mucho en este punto porque, en las consultas con mis clientes, he visto muchas veces como la situación empeoraba después de dejar uno, dos o todos estos pilares. Por ejemplo, estoy segura de que en algún momento estresante de tu vida, has optado por dejar de ir al gimnasio o por comer comida no tan saludable. Al tomar estas decisiones, el cuerpo se descontrola todavía más y la bola de nieve cada vez se hace más grande.
En pocas palabras, dejar de cuidar tus hábitos es el camino directo para que termines en el punto de pensar que “ya no puedo más”. A pesar de que cada cuerpo es distinto, hay algunas prácticas que sí puedes empezar a aplicar desde hoy mismo para recuperar tu bienestar.
Deporte, descanso y nutrición, los hábitos clave para reducir tu estrés
Cada uno de los pilares que debemos cuidar para regular el estrés tiene su propia función.
Cómo el deporte ayuda a combatir el estrés
Por ejemplo, varios estudios demuestran que las personas físicamente activas tienen niveles de estrés más reducidos que las sedentarias. En gran parte es gracias a las endorfinas, unas hormonas que generan sensación de bienestar y tranquilidad.
De hecho, al hacer deporte se activan procesos cerebrales similares a la meditación y te prepara para entrenar el mecanismo de estrés fisiológico, ayudándote a adaptarte mejor a situaciones estresantes emocionales.
Descanso: el momento para reparar y regenerar el cuerpo
El descanso es otro hábito clave para cuidarnos, pero que a menudo sacrificamos a cambio de media hora más de redes sociales o de series. La sobreexcitación de estímulos que vivimos en la actualidad no nos juega precisamente a favor. Para que te hagas a la idea, a nivel biológico, dormir es reparar tu cuerpo.
Por un lado, se regeneran las células inmunitarias necesarias para evitar que se liberen sustancias inflamatorias que producen más hormonas del estrés.
Además, es el momento en el que se repara la función neuronal y cerebral, para prepararnos para los desafíos del día siguiente. El cortisol disminuye y se activa la melatonina (la hormona del sueño y precursora de la serotonina), que nos ayuda a sentirnos con ánimo y energía. ¡Así de importante es respetar nuestro descanso!
Regular el estrés a través de la nutrición
Y el tercer pilar para cuidarnos es la nutrición. Estoy segura de que desde tu infancia te han insistido muchas veces en lo importante que es comer frutas, verduras y un poco de todo… ¿Pero qué efecto real tiene en tu cuerpo?
La comida es nuestra fuente de micronutrientes, indispensables para cuidar nuestra respuesta hormonal frente al estrés, así como para la desintoxicación y el metabolismo de esas hormonas.
Algunos ejemplos de estos micronutrientes incluyen el magnesio, las vitaminas del grupo B y la vitamina D. También es el medio por el que obtenemos los antioxidantes, las sustancias químicas que nos ayudan a prevenir o retrasar el daño celular producido por el estrés.
Además, es la manera más directa que tenemos para tratar problemas digestivos y asegurar el buen funcionamiento de la mucosa digestiva y de la microbiota intestinal, por ejemplo, a través de la ingesta de fibra y fermentados.
¿Qué puedes hacer para superar el estrés?
Para poder activar tu sistema nervioso parasimpático, que tienen como función principal tiene promover la relajación y restablecer el equilibrio y la calma en tu cuerpo, algunas actividades que te recomendaría son:
- Poner en práctica ejercicios de respiración, salivación y meditación
- Guardar un rato cada día para mover tu cuerpo de manera moderada, como salir a caminar, nadar, ir en bicicleta…
- Activar tu cuerpo con una actividad física intensa, al menos una hora y media a la semana.
- Dormir de siete a ocho horas cada noche.
- Buscar el contacto con la naturaleza.
- Tener una dieta variada, que incluya frutas, verduras, carne, pescado, huevos, frutos secos y aceite de oliva.
Estrés e inteligencia emocional
Por otro lado, también es importante hacer un profundo trabajo en inteligencia emocional y aprender a gestionar las situaciones que nos trae la vida. Es normal que frente a un nuevo reto, como un nuevo hijo o una nueva responsabilidad en el trabajo, puedas sentir un alto nivel de estrés, pero en estos casos la actitud es fundamental.
Por ejemplo, algunas de las acciones que te animo a empezar a aplicar son:
- Aprender a decir “no” y gestionar mejor tu tiempo.
- Empezar a priorizar las propias necesidades emocionales y de salud.
- Organizar tus tareas para enfrentarte a ellas poco a poco.
- Cuestionarte cuáles son tus creencias emocionales.
- Ser solidario, actuar en comunidad y ser generoso con tu entorno.
- Y dedicar tiempo a conocer tu propósito para ponerlo en acción.
Superar el estrés está en tus manos
En definitiva, superar el estrés está en tus manos. Pero para combatirlo, muchas veces no basta solo con seguir algunos consejos sueltos, sino que es necesario ver con detalle qué te están diciendo las hormonas de tu cuerpo, para regularlo a través de la nutrición, el descanso, el deporte… Y, por supuesto, la inteligencia emocional.
Si crees que el estrés está afectando tu día a día y notas que está pasando factura en tu salud, me encantaría que me explicarás con detalles cuál es tu situación. Después de más de 25 años de experiencia en el sector de la salud, he visto casos de todo tipo que he ayudado de manera personalizada según su situación. Analicemos tu cuerpo y tus hábitos, para poner fin al estrés y recuperar tu serenidad.
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